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Danza para sanar: estudiantes presentan una puesta en escena sobre los quiebres de la vida. 

María José Maldonado Flórez

Creado por: María José Maldonado Flórez

“El objetivo principal es demostrarse a ellos mismos que todas sus historias convergen en una sola”, Isabella García

Con una propuesta artística profundamente honesta y cargada de emociones, los estudiantes del Programa Tecnológico en Danza y Artes del Movimiento de la Pontificia Universidad Javeriana Cali presentaron una muestra escénica que explora los quiebres personales como punto de partida para la creación colectiva. 

Celebrado el 30 de mayo bajo la dirección de las docentes Julia Díaz Santa e Isabella García Sánchez, profesora de Expresión Corporal y líder del grupo representativo de danza contemporánea de la universidad, el montaje no solo se consolidó como un Ejercicio técnico y creativo, si no como una herramienta de transformación y sanación a través del arte. 

“La danza la usamos también como un método de salvación y unificación de nuestros dolores técnicos. Aquí hacemos un trabajo muy fuerte, pero también resignificamos las historias personales. Cada movimiento tiene sentido, tiene un por qué y un para qué. Y sobre todo, buscamos que sea un proceso donde también se diviertan y aprendan”, explica la profesora García.

Durante el semestre, el proceso artístico fue acompañado de manera cercana por la docente, quien destaca la construcción mutua entre estudiantes y profesores como clave en el desarrollo del proyecto. 

"Ha sido un proceso muy bello y enriquecedor de parte y parte. Ellos aprenden de mí, pero yo también aprendo de ellos. Son estudiantes que quieren vivir por y para la danza, y eso hace que el aula sea un lugar más ameno, más vivo", agrega García. 

La propuesta escénica parte de las experiencias personales de los estudiantes, quienes encontraron en la danza contemporánea una forma de narrar sus quiebres, angustias y momentos de transformación. 

Para Gloria Estella Cañizales Bonilla , estudiante del programa, este montaje tiene significado un retorno a la vida académica y una oportunidad de exploración artística profunda: 

"Ha sido una experiencia enriquecedora, con algo de angustia, claro. Volver a estudiar, a ver materias nuevas como lectura, escritura, historia, diseño gráfico y música... pero también ha sido maravilloso. Con este proyecto entendimos que en nuestras vidas hubo quiebres, pero también unión. La danza nos sirvió como un canal para transformar ese dolor en algo liberador". 

Por su parte, José Luis Tenorio , bailarín con formación en danza folclórica, enfrentó el desafío de adentrarse en otros estilos y lenguajes escénicos: 

"Salir de la zona de confort fue el reto más grande. Aprender danza contemporánea, clásica, entender otras fases del movimiento... pero superarlo y llevar a escena fue muy enriquecedor. El espectáculo mostró nuestras emociones, nuestras corporalidades. Fue duro, pero también muy gratificante. El respeto y la diversidad de estilos hizo que esta juntanza fuera muy poderosa". 

El estudiante también resalta el valor del trabajo en equipo y el respaldo docente durante todo el proceso: 

"Este semestre me dejó más aprendizajes de los que esperaba. El equipo docente es muy profesional y siempre está dispuesto a acompañarnos para que logremos lo que soñamos". 

La propuesta no solo implicó creación desde el movimiento, sino también desde los elementos técnicos y escénicos. Para Laura Sofía Corral Torres , estudiante encargada del diseño de luces, la experiencia fue un desafío artístico y personal: 

"Me tocó diseñar las luces y lograr que se adaptaran a lo que quería transmitir. Fue mi primera puesta en escena colectiva, y ver que el mensaje llegó al público fue lo más gratificante. En lo personal, la danza me ayuda a gestionar la ansiedad y me permite expresarme más libremente que en la cotidianidad". 

Este proyecto colectivo refleja el enfoque del programa en formar artistas integrales capaces de usar la danza no solo como lenguaje estético, sino como herramienta crítica y emocional. 

La puesta en escena es testimonio del poder que tiene el arte para resignificar vivencias, transformar emociones y generar comunidad. Cada gesto, cada desplazamiento, cada silencio compartido en escena fue una invitación a sentir, recordar y sanar desde el cuerpo. 

Y como lo resume la profesora Isabella García: 

"No se trata de buscar movimientos por hacerlos. Se trata de hacerlos con sentido. Y cuando eso se logra, la danza deja de ser solo movimiento: se convierte en una forma de existir y resistir". 

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